El colágeno es la proteína más abundante de nuestro organismo representando el 33% del total de las proteínas de las que disponemos, de manera natural, en el cuerpo humano.
El colágeno es un componente esencial para el mantenimiento en correcto estado de los huesos, piel y articulaciones (ligamentos, tendones y cartílagos), además de formar parte de la pared de los vasos sanguíneos, de la córnea ocular, encías y cuero cabelludo.
Entre sus funciones, también destaca la protección que ofrece tanto a músculos como a órganos vitales.
Origen del colágeno
La fuente natural de obtención de esta proteína se encuentra principalmente en la piel y articulaciones (cartílago) de los mamíferos (pollo, vaca, buey, cerdo, etc.) y en el pescado (piel y espinas).
Colágeno marino vs. porcino o bovino
El colágeno de los mamíferos (básicamente bovino y porcino) se distingue por ser más resistente a la desnaturalización que se produce a altas temperaturas en las proteínas.
Por su parte, el procedente de las especies marinas (básicamente peces), por su estructura de enlaces entre los átomos, tiene una ventaja tecnológica nada despreciable: su mayor solubilidad, que facilita la obtención del gel de colágeno.
a) Colágeno animal terrestre
La materia prima usada para la obtención de colágeno bovino es piel de vaca, que una vez esterilizada y transformada pasa a ser formar parte de una formulación de uso cosmético. Este proceso tecnológico, con finalidad estética, fue avalado hace tres décadas por la Food and Drugs Administration norteamericana (un organismo de referencia en Europa).
b) Colágeno marino
En cuanto al colágeno marino, conviene desmentir una falsa creencia que habla de que procede de algas. Su origen son las espinas, escamas y pieles de peces.
En cuanto a calidad de sus aminoácidos y biodisponibilidad desbanca a los de bovino y porcino. El colágeno marino pertenece al tipo I (entre los 21 que están catalogados), el más abundante en el cuerpo humano, contribuyendo a una piel tersa, un tejido conectivo firme y unos huesos compactos.
Su absorción se estima una vez y media más eficaz más que la del bovino y el porcino, motivo por el cual se considera, para uso preventivo, mejor fuente de colágeno.
De hecho, la mejor asimilación de la proteína de origen marino puede cifrarse en alrededor de un 20 % con respecto a la de cerdo y bovino.
Funcionalmente, lejos de su mera sustitución, estimula la producción endógena de colágeno, contribuyendo así a la integridad de huesos y articulaciones y a amortiguar procesos degenerativos como la osteoporosis y la artrosis.
Pero podemos atribuir al colágeno marino otras virtudes como:
- Aumentar la capacidad de retención de agua de la piel, lo que tiene como consecuencia su mayor elasticidad y tersura.
- Reforzar los folículos pilosos, confiriendo vitalidad y robustez al cabello.
- Optimizar la síntesis de creatina, un ácido orgánico esencial para canalizar energía hacia el interior de las fibras musculares.
¿Para qué sirve el colágeno?
El colágeno posee una doble función: Aporta cohesión a los diferentes tejidos, lo que supondría un elemento de sostén y por otro lado, aporta flexibilidad y elasticidad a los diferentes tejidos.
El colágeno, también posee la capacidad de unirse a otro tipo de sustancias: Minerales en caso de los huesos, con condroitina en caso de las articulaciones o elastina para formar a piel.
¿Qué ocurre con el colágeno?
La síntesis de colágeno endógeno, comienza a descender a partir de los 30 años, este descenso se traduce en perdida de elasticidad de la piel, molestias musculares o rigidez en las articulaciones.
Diversos estudios han demostrado que el consumo de colágeno (de fácil asimilación) puede ayudar a reducir el descenso de síntesis endógena, ayudando, por tanto a la piel, articulaciones, ligamento….
¿Por qué es importante incluir colágeno en nuestra dieta?
De manera general, nuestro cuerpo empieza a reducir la síntesis de colágeno a partir de los 25-30 años. Pero no es hasta los 45-50 años cuando esta pérdida progresiva de colágeno en los tejidos se empieza a hacer visible en forma de molestias y dolor articular (artrosis), pérdida de masa ósea (osteoporosis), arrugas y envejecimiento de la piel.
Es cierto que, tradicionalmente, la falta o ausencia de colágeno se identificaba como un signo de la edad, pero, en la actualidad, estos síntomas se aceleran por otros factores como el ejercicio físico intenso, una alimentación desequilibrada o la escasez de alimentos ingeridos con contenido en colágeno, como son la carne magra (pollo, pavo, conejo…), el pescado azul, la cebolla o la casquería, muy poco común en nuestra dieta diaria (callos, morro, manitas de cerdo…).